31 de diciembre de 2012

Las violetas, no tenían por qué


El día de los muertos,
 florecen crisantemos, 
 pero las violetas no tenían por qué:
 será celebración?; 
pero… no es conveniente, 
será casualidad?
será para romper contra ley natural? 
acaso por el aire les llegó la noticia. 
En el patio de atrás, mirando a su ventana, 
así, discretamente, han florecido tres. 
Pero, las violetas… 
no tenían por qué…no tenían por qué 

                                             De Sabela

10 de diciembre de 2012

El canto de un duro


María Vela Zanetti

Víctor Gómez Pin, quien últimamente se hacía llamar Demetrio –a mí que no me venga con ésas después de tantos años envidiándole un nombre con resonancias de Edgar Allan Poe y cadencia chulesca–, llamaba, con su habitual retranca, al viejo y admirado amigo Agustín García Calvo, «Augusto», y no sólo por sus patillas de comodoro y la voz campanuda, sino más bien por esa máscara triste y pálida que voluntariamente había montado él sobre su rostro; máscara de payaso elegantón y plateado, ampuloso y terrible, antifaz teatral de tragedia griega, enmarcado por unas patillas decimonónicas que remataba lo que parecía ser una corona de cabello cano y rizado. El resultado era totalmente insólito, abrasador, antiguo. Gigante y cabezudo a la vez, no había quien le quitara la vista de encima. Así tenía decidido Agustín ir por la empinada y sosa vida, uniformado con foulard hippie y chaleco negro de feriante de ganado, para ponernos a todos en nuestro sitio, y para ponerse a sí mismo en el más peligroso, el de un deus ex machina atrabiliario y astroso. Fui su alumna durante dos años, una vulgar, no de las extasiadas y misteriosas que se amontonaban en el bar La Aurora, donde él desgranaba a los presocráticos como quien come pipas. Venía yo de haber estudiado sin ningún provecho una carrera errática y poco ática de Ciencias de la Información, y pensé, con ánimo entre suicida y narcisista, que las lenguas clásicas, y especialmente las que se impartían en la Complutense, me sacarían del marasmo. Así fue gracias a Agustín. Allí se estudiaba de verdad o, mejor dicho, se aprendían cosas de las que sirven para alegrar tu vida para siempre.

Agustín era ya por entonces una figura, política e intelectualmente, un personaje incendiario en toda regla; un filólogo eminente, un traductor primoroso, un poeta grácil, un editor esmerado. Sus clases estaban lógicamente abarrotadas por personas que esperaban de él «una señal». Dio muchas, pero como era un tipo duro, nunca de compadreo, ni de simpatía. Él no era un hombre simpático, ni falta que le hacía; pensaba por todos nosotros y eso, estoy segura, cansa y tuerce el morro. Pero su alborozo al declamar a Catulo («Miser Catulle, desinas ineptire et quod vides perisse perditum ducas») era contagioso como la risa de los niños y su sentido de la equidad, tan ajustado como he visto pocos. Era, cosa improbable, paciente y zumbón con los demás compañeros. El eminente académico que le antecedía, un viejo prolijo y ceniciento, solía comerse parte del tiempo de clase de Agustín, y cuando al fin le pasaba los trastos, se despedía de nosotros con un desdeñoso y vil: «Bueno, ahí les dejo con el aedo García, el rey del aparato crítico». Y entonces hacía su aparición un refrescante y aplomado Agustín, quien, sí, era el rey del aparato crítico. Para mí, el denostado aparato crítico es un arma incruenta a la que nunca renunciaré: una de las muchas cosas que aprendí del «aedo», y sin esfuerzo. La otra –decisiva– es que, por encima de los conocimientos filológicos, de los compromisos cívicos, incluso por delante de la necesaria juerga, me enseñó a celebrar la lengua común, un verdadero don, el soleado y transparente lugar en alto desde el que todo se divisa y ordena; la palabra, su canto, su verdad y su ensueño. Ese descubrimiento fue para mí un aguijón que perdura, y un conjuro para borrar aquel cruel «la letra con sangre entra» de los tiempos de hierro.

Y, así, fue la música y no la letra, tan engañosa, la que nos llevó a perseguir la verdad y a no fiarnos de ella: dulce música, venturoso acento, valerosa versificación: «Dánosla hoy, y mañana, dánosla más todavía», que decía un buen poeta del hambre. Agustín recitaba con energía y naturalidad, y nos invitaba a hacerlo como quien te ofrece una copa en medio de una fiesta. Un día, para explicarnos la importancia de la frase, que él llamaba «instancia mínima de significado», nos pidió que nos levantásemos de uno en uno y lanzáramos la nuestra. Aquello se prolongó durante horas: nadie quería quedarse sin hablar. Cuando me tocó el turno aventuré un «Víctor Gómez Pin vive en París»; él dio un respingo y siguió, sin comentar nada. Más éxito tuvo, en cambio, la frase de una muchacha latinoamericana, menuda y melosa, que, asistida por su gatuno acento insular, maulló: «Me fassinan las seresas». No, a Agustín ya no es posible dársela con queso: era, ya lo he dicho arriba, un duro y un buen cantor.

A estas alturas de mi vida, reconozco su «mandato» muchas veces. Siempre anda por ahí su carcajada cuando me topo, por ejemplo, a una regordeta pintiparada en su cocina, que responde al nombre de guerra de Pepa de San Lúcar, y que cuando se arranca a cantar, viéndola su marido desgañitarse y afeándoselo, ella contesta: «Es que no sé cantar bajito». También planea sobre mí Agustín cuando leo su traducción de una poesía popular griega que acaba: «Abrir la puerta a la golondrina, abrir, abrir: / que viejos no, no somos: niños somos, sí». O cuando escucho sobrecogida la jota que tan sobriamente canta Javier Echeverría en un bar de Venecia: «Mira si sería guapa, / que hasta el mismo enterrador, / al tiempo de echarle tierra, / tiró la pala y lloró».

Sí, lo oigo muy a menudo y también hoy mientras escribo estas notas, el día de todos los muertos, y me cuentan que él mismo lo está. Lo oigo –decía– tomando aire y expirando canto, y lo cierto es que a Agustín no me lo represento sin resuello, callado y echado, hecho polvo. Sólo el rumor comprobable, el único, de que haya elegido a propósito este día en el que la muerte es común a todos, y no una tragedia personal, me hace pensar que tal vez sí, habrá que hablar de él mucho en adelante, y festejarlo, y leerlo, todo lo que podamos, porque él, tan poco conciliador, nos puso, sin embargo, en la boca la moneda de oro para pasar a la otra orilla: una lengua viva.

Disponible en: [http://www.revistadelibros.com/articulo_imprimible_pdf.php?art=89&t=blogs]

Muere García Calvo. *Me morimos

Por Javier Brox


Le recuerdo en clase de latín haciendo como que se enfadaba, dando un ligero taconazo con sus zapatos entre principescos y jipis, si no llevabas bien el ritmo de Odi et amo. Quare id faciam, fortasse requiris…, de Catulo. O cuando se ponía a leer De rerum natura, con aquella voz varonil, pelo en pecho y patillas de bandido alpujarreño. Me impresionó desde el principio, siempre quise contarme en el círculo de sus jóvenes allegados, pero nunca lo conseguí. Le espié en silencio cuando le vi con Savater en la cafetería de la Facultad, creo yo que hablando de sesos, de un plato de sesos fritos, quiero decir, aunque el detalle quién sabe si solo es fruto de mi imaginación retorcida. De lo que estoy seguro es de que le oír discutir con L. M. Panero un día que el poeta se presentó en clase y desde la última fila se puso a provocarle. Quizá le dijo que le iba a salir un cáncer de lengua, de tanto hablar, y le citó a Lacan. Pero, hace más de 30 años de aquello y, quién sabe si, incluso con Panero por en medio, me vuelve a fallar la memoria. Después, como no podía ser su discípulo,  le leí como poeta, ensayista, lingüista, traductor, latinista. Tres cosas suyas tengo clavadas en la memoria. Una, un artículo de El País sobre las cabinas telefónicas, divertido como pocos; otra, un capítulo de uno de sus primeros libros, Lalia (Siglo XXI, 1973). El capítulo se llama *Nos amo, *me amamos y trata de combinaciones  agramaticales de los pronombres personales... Seguir leyendo el post

El anarquismo lingüístico y sin-fin de agustín


En el presente artículo se intenta desentrañar la base supuesta del pensar anarquista de Agustín García Calvo (Agc), lo que nos remite irremisiblemente a su concepción sin-fin del lenguaje, de la lengua común, que no existe ni es real, pero que hay, actúa y se dice siempre contra el Poder.
Todas las citas entrecomilladas de las palabras de Agc han sido extraídas de su obra De Dios (Lucina, 1996), que probablemente sea el compendio y síntesis de su pensar genuino, al razonar en torno a las contradicciones del Dios que existe, pero que es mentira.

A. J. Carretero Ajo | Periódico cnt

¿Qué puede ser eso de un anarquismo sin fin? En el sentir y pensar de Agc lo “sin fin” es lo indefinido, lo incontable, lo imprevisible, la verdadera infinidad de las cosas que son  “impenitentemente muchas, más o menos”. Propiamente lo sin-fin es lo que no existe, lo que escapa por debajo y a los lados de la Realidad constituida como Poder. Siempre se sitúa a lo contrario del Poder y contra todas las epifanías y manifestaciones del Estado y del Capital. “Son las posibilidades, los caminos no trazados, las verdades que no se saben... Un sin fin de posibilidades se nos abren a cada paso y ahora mismo..., y nadie puede contarlas ni saberlas: sólo haciéndose se saben”.

Estas posibilidades sin fin apuntan y remiten a una posibilidad primera: que “aparte de la Realidad, haya algo más, o sea, que lo que existe no sea todo lo que haya”. Y esto es así porque lo que hay y es fundamento de la Realidad es la lengua común, que es la máquina gratuita que se le da a la gente, y que por tanto no es de nadie, ni “tiene más amo que quien la habla”. La lengua común se construye con un vocabulario semántico que - a diferencia de su maquinaria, que es la gramática propia de cada idioma- no puede darse nunca por cerrado, es pues infinito: “los significados de las palabras están constantemente alterándose, como de rebote, por los actos sin fin del habla”.

Por lo tanto, si bien la lengua común es la base sobre la que se construye la Realidad, la cual se pretende y se vende como totalizadora y en tanto que el Poder quiere y consigue imponerse a la verdad múltiple de la vida, convirtiendo al pueblo en mayoría y masa sumisa... Esa misma lengua común es la que puede des-cubrir la mentira constitutiva de la Realidad y del Poder, con sólo dejarse hablar y decir en el mundo, que es como se expresa la gente o el pueblo-que-no-existe pero que está ahí, pues “sólo tiene gracia (¡y misterio, y gozo, y vida!) lo que no existe”. Es el sin fin de las posibilidades lo que se cuela contra el decir de la Realidad que sólo habla del (sobre el) mundo, pues lo “real es, sencillamente, aquello de lo que se habla”. Por esto “nunca puede la Realidad estar cerrada ni ser 'todas las cosas'” como pretende la Ciencia y la Fe hacernos creer, al identificar “lo que hay con lo que se sabe”.

Como puede verse, para Agc desmentir la función y el uso que el Poder hace de la lengua es la primera tarea que debe emprenderse: “aunque el lenguaje sirve para hablar de la Realidad, y constituirla, sirve también, por el contrario, para descubrir su falsedad constitutiva, y al hacerlo, vuelve a ser algo que hay, y actúa, pero que no es real.”

La filosofía, el pensar todo de Agc es un pensar de raíz lingüística, de ahí que podamos hablar del anarquismo lingüístico de agustín, o del giro lingüístico del anarquismo a través del pensar de Agc, de modo similar al llamado giro lingüístico que se produjo en la filosofía durante el siglo pasado. En buena medida Agc y su pensar beben, radicalizándolo, de ese repensar la relaciones entre lenguaje y pensamiento, y que supuso avances destacables en el ámbito de la lingüística, de la lógica y de la filosofía de la ciencia (todo lo cual para Agc entraría en la esfera de la Ciencia y de la Fe, de la Realidad y del Poder, del Dinero y de la Cultura).

En primer lugar, asume la genealogía semántica de Nietzsche, por la cual las palabras tienen un desarrollo cambiante en su significado, al ser meras aproximaciones metafóricas a lo que queremos expresar con ellas, lo que implica que la realidad, lo que podemos ‘conocer’ sea sólo lo que podemos decir, y en esto reside la trampa del lenguaje. Trampa ésta que Agc vierte consecuentemente a la Realidad.

En segundo lugar, hace suyo el pensar del “segundo” Wittgenstein, respecto a que el único lenguaje de verdad es el que se produce en el habla de la vida cotidiana, no en el que se construye con intención de reflejar fielmente la realidad. Los distintos usos del lenguaje de una comunidad de hablantes constituyen otros tantos juegos de lenguaje, en los que el significado de una palabra está en función del uso que se haga de la palabra, del contexto en el que se enmarca. El lenguaje, por tanto, es mucho más que darle nombre a las cosas y tampoco puede sustituir a las cosas que nombra, por lo que resulta imposible concebir modelos lógicos que quieran nombrar fielmente lo que sucede en la realidad. De ahí, Agc extrae el sin fin de las múltiples posibilidades de la lengua común, en concordancia con los infinitos juegos de lenguaje de Wittgenstein.

En tercer lugar, de John L. Austin, uno de los fundadores de la pragmática lingüística, recoge la noción de “Acto del habla”, o acto de discurso, que es la unidad básica del lenguaje que realiza una acción (aserción, compromiso, orden, promesa, petición) con la intención de modificar la situación de los interlocutores. Los significados ya no dependen sólo del contexto, si no de la acción que genera o  a la que se refiera la locución que se emite.

Valgan estas tres referencias para conectar con la historia reciente del pensamiento el pensar anarquista de Agc. Mientras el Poder quiere que todo discurso sea asumido, interiorizado y sabido a su través, “pues la función del Poder es administrar la muerte y, para ello, lo primero es el saberlo y reducirlo todo a realidad”... los actos del habla, que son propiamente infinitos, rompen dicha uniformidad, abren siempre la herida que la Realidad quiere dar por cerrada para que nada ni nadie se le escape. Pero esta es la gran mentira de la Realidad y de su discurso, pues “al estar abierta al influjo de cada y cualquier acto de habla o pensamiento, que la alterna en su número y constitución, resulta que, por ahí, en la Realidad se cuela la verdad, que le era por principio extraña, como cosa que es, la verdad o la falsedad, de pura lógica, no de saber ni ciencia alguna”.

¿Pero, además del lenguaje y con la lengua como fondo, qué es eso que hay aquí verdaderamente que, sin embargo, no existe ni forma parte de la Realidad? La respuesta a esta cuestión conforma la radicalidad del pensar de Agc. Ese “algo que hay y que está en este mundo en el que hablamos, pero que no pertenece al mundo de que hablamos”, no es más que el que está hablando, es decir Yo, que “no soy ciertamente nadie determinado, no soy una Persona real ni cosa de la Realidad… soy algo que se escapa de todas las fronteras, de las ideas y de los cómputos… algo común a todos y a cualquiera, una comunidad que no es más que Yo dondequiera que Yo suene”, lo que vagamente se puede aludir como ‘pueblo’ o ‘gente’.

Esta radicalidad antinómica y severamente absoluta, entre lengua-razón común y realidad, entre posibilidades sin fin y poder, es sin duda el mayor atractivo del anarquismo lingüístico de Agc, que en manos de su autor ha producido el rico fruto de sus muchos diálogos y escritos, pero también es  posiblemente su talón de aquiles filosófico, su concepción más proclive a la crítica y la controversia. Porque su obra ya es -a pesar de agustín garcía- parte de la cultura del anarquismo del siglo XXI.


 Periódico cnt nº 395 - Diciembre 2012

La voz de la rebelión



El último artículo de Agustín García Calvo en la prensa libertaria. BICEL nº 20 - Mayo 2012.

Agustín García Calvo

A ver si se puede oír esto:

Por la razón y el sentido común podemos decirle a este régimen que padecemos, a todos esos planes de economía futurista que nos invaden desde lo alto, desde donde Estado y Capital (que son lo mismo en todas partes) mandan y nos mandan encima que estemos informados y preocupados, como si nos fuera la vida en lo mismo que les va a Ellos: en el futuro de su dinero, de su euro o de su dólar o de su yen o como se llame, en el futuro de las ventas demenciales de sus averiados productos, de esos que están llenando de basura los sitios donde se podría –quién sabe– vivir.

Podemos porque se puede decirle que no, simplemente que no, sin necesidad de proponer nada a cambio (ya la gente sabe por lo bajo cómo apañarse sin Ellos o puede irlo sabiendo a medida que tenga que hacerlo): sólo hay que perder un poco el miedo personal y dejarse decirlo, porque ya está bien de que nos traten como a idiotas acojonados, que tiemblan por su futuro, que no piensan más que en la seguridad (¡ja!) que puede darles una cuenta corriente, en tener para pagar y seguir comprando chismes inútiles a costa de venderse y matarse por un puesto de trabajo de los que Ellos promocionaron y crean y nos obligan a tener o no tener, como a idiotas que están llenos de eso que tanto nos animan a tener: sueños e ilusiones personales (¡ejem!), y que por tanto, no se enteran de nada de lo que están haciendo. Todos los días por todos los medios, tratan de demostrarnos que eso es lo que somos: unos auténticos individuos (Ellos dicen “personas”, que es una cosa muy santa), y que no hay más en la gente que eso.

La penuria de cada día, la miseria que vemos dentro y fuera, hay que verla -nos dicen- como si fueran el bienestar y la riqueza mismos por el miedo a perderlas, a quedarse sin ello. No hay más que ver esos lamentos que se promocionan por ahí, que hacen a tantos salir indignamente a reclamar más empleo, más educación, más sanidad pública a las calles, olvidados de que tal vez no hace mucho, antes de que les informaran sobre recortes y demás amenazas futuras, ellos mismos podían haber estado echando pestes de todo eso que llaman empleo, educación o sanidad, lo mismo públicos que privados. Es lo que está mandado pensar: que hay que dar gracias al señor y seguir así, progresando en lo mismo, porque, si no, podríamos volver a las cavernas. Pero qué pasa si en vez de engañarnos sin lo que ellos nos venden, que bien mirado, no puede ser nada de verdad bueno ni deseable para nadie. Todo el mundo sabe que son sustitutos. Sirven para llenar unas vidas contabilizadas previamente, que consisten en un tiempo vacío en que temer o esperar un futuro y otro futuro, que eso no merece llamarse ni vida, que es una existencia abstracta y sosa a más no poder. El dinero acaba con las cosas.

Para perder ese miedo, no hace falta más que dejarse pensar y decirlo, el alivio y el ahorro que sería para todo el mundo no tener que seguir contribuyendo a sostener tanta insensatez, que no haya papeles que hacer a todas horas, que no haya que ir a ningún sitio por obligación, ni trabajo ni vacaciones ni semana laboral que engorden los bancos, que no haya oficinas ni bancos ni ministerios ni más ventas de pisitos, automóviles y demás inutilidades. ¡Eso sí que sería economía de la buena, sin estados ni fronteras, la de la gente viviendo en la tierra, libre de todos esos estorbos de Estado, Trabajo, Dinero, Familia, libres del Hombre y su Historia! ¿No sentís cómo tiemblan los padres de la patria eterna, los ejecutivos creyentes en el Futuro? Quien diga que no se puede será que tiene algún interés en mentir, porque poderse, claro que se puede, que nada de verdad lo impide.

Sólo que a la gente le han dicho que algún gobierno de lo alto, algún orden tiene que haber, hecho de leyes y policías, porque si no, el caos, la ley de la selva y el comerse los unos a los otros. Pero no puede ser tan tonta la gente para creerse eso ni dejar que nadie se lo crea ¿no?, porque eso nunca se ha visto más que en fantasías o películas: el único caos y la única jungla que conocemos son éstos que han producido la administración de los estados al servicio del Dinero con toda violencia impuesta, los tenemos delante cada día sus horrores, sólo con fijarnos en el tráfico mismo. El miedo a los fantasmas de lo que podría pasar si no nos defendieran las leyes y sus fuerzas armadas de esos fantasmas que ellos mismos fabrican para asustarnos, sólo ese miedo vano, esa fe en que estamos seguros contra los fantasmas de las guerras y hambrunas que salen por televisión, parece ser más que nada lo que permite que la pesadilla real continúe.

Pero no puede hacerse creer por siempre a la gente que el terror en que “vivimos” es normal. Como decíamos al principio, aparte del miedo personal que nos han metido, vive entre la gente la razón y el sentido común que pueden decirle que no a toda esa organización del Dinero sin miedo ninguno, porque es horrible y mentirosa, y caiga quien caiga. Algún día habrá que despertar y decirlo ¿no?: pues que sea ahora. ¡Abajo la mentira!

¿O es que no se piensa que a lo mejor las mujeres y sus hombres, libres del dinero, podrían vivir y dejar vivir? Porque lo que es con Él...

Otro día seguiremos razonando, que ya se sabe que no se derriba el régimen de un soplo, pero mientras tanto cabe acá abajo corroer la fe en las mentiras que lo sostienen y dejarlo que se hunda.

¡Salud y a ello!

http://www.cnt.es/noticias/la-voz-de-la-rebeli%C3%B3n

 Periódico cnt nº 395 - Diciembre 2012

7 de diciembre de 2012

Agustín García Calvo y los presocráticos de La Boule d’Or



December 5, 2012 by latiendadelkirguise

 Hace casi 40 años que llegué a la La Boule d’Or . Sabíamos entonces que, justo enfrente de la peculiar fuente de Saint Michel que achaflana una triangular manzana, en esa misma plaza donde confluyen el boulevard del mismo nombre y la rue Danton, estaba el café la La Boule d’Or  y que allí encontraríamos a Agustín García Calvo, y donde, como “portavoz de todos los presocráticos”, ejercía, desde su exilio parisino, su libérrimo magisterio.
   Sabíamos de Agustín Garcia Calvo por su aura libertaria, era ya un mito en una época que mitificábamos todo, y sobre todo como precursor referente del “sesentayochismo” pues el no dejaba de ser para nosotros una especie de “soixante-huitard avant la lettre” ya que, tres años antes, en 1965 había participado en las primeras revueltas estudiantiles “apeándose” de su cátedra de latín en la Complutense para encabezar la protesta contra el régimen.
     Con un Barrio Latino tomado (¿todavía?…….) por los “especiales” C.R.S. llegamos aquella tarde primaveral  yo  y  un  colega  de  entonces , macuto a la espalda , y le “pedimos posada”.    Agustín enseguida alzó la voz a la concurrencia:   “ A   ver,    quién acoge a estos peregrinos?” – ciertamente, peregrinos, sí. A Amsterdam, a Londres, incluso a Las Indias algunos…. ( ser en lo nómada entonces, aparte de una búsqueda, era una estética). Al poco una de las chicas entre el “heterogéneo alumnado” levantó   la mano. Resuelto el alojamiento en una chambre de bonne, muy cerca, en el mismo boulevard.
     Lo primero que resaltaba de  Agustín  era  su – entonces realmente singular –  imagen: abundante pelo rizado , entrecano,  semirecogido en coleta , pobladas patillas hasta medio bigote (  al estilo del padre de Zipi y Zape  ) ,  llamativas  camisas  como  capas  de cebolla superpuestas , sucesivos y coloristas foulards , chaqueta de terciopelo adamascado, bolso de cuero en bandolera, dieciochescos zapatos con tacón y hebilla plateada….. Y luego su voz plena , potente , rítmicamente declamativa….. Y su discurso : políglota , sorprendentemente nuevo en su antigüedad de “filo-logo” : esto era lo que mas me llamaba la atención. Un sofista dado la vuelta, un desargumentador, un deconstructor  de ideas, un demoledor de preceptos llegando a la base de su genealogía, al mismísimo origen del concepto. Basado en su original manera de entender a los filósofos  presocráticos  nos  hablaba  de  Heraclíto  ( no Heráclito  acentuado así a la manera de la prosodia latina) desentrañando sus doxas, su razón, que era la común, la que hablaba al hablar, la que hablándose se decía ; haciéndonos así discernir el auténtico logos ;  y con el desmontar el trampantojo de la realidad impuesta .  Discípulos todos y  ninguno  ( como le hubiera gustado decir)  , de  las  mas  variopintas  nacionalidades   o procedencias idiomáticas, saltaba de una lengua a otra –viva o muerta (por el siempre viva)- en su “prédica” con pasmosa naturalidad.
   Agustín hablaba y hablaba y lo mejor era escucharle, era un orador de manantial; sermones, como el  suyo  “del ser y no ser” : su saber, su erudición  quedaba  como  escamoteada de natural, permanente comentario de comentarios entreverados de poemas propios y ajenos como aquel recitado entonces con “ Me traía la autoridad de acá para allá” como estribillo. Todo en la mesa del café o del bistrot, delante de una copa, o muchas, convivial. Agustín, de los pocos entonces con ingresos estables dada su labor profesoral en el Collège , asumía la mayoría de los gastos y anotaba en un cuadernillo préstamos sin interés ( y, a buen seguro, en su mayoría a fondo perdido…… )  Salíamos después animados  y  a animar la noche del barrio, cantando viejos romances castellanos como el de Blanca Flor, recorriendo las musicales cavas como el Chez Georges donde debutó  Amancio Prada, quién cantaría sus poemas. Y la noche se hacía hasta acabarse y confundirse no sabiendo nunca cuando, donde,  en casa de quién. París era en nosotros esa psicodélica tribu en ansia de libertad.
   Seguí siendo “garciacalvista” –y sigo-. Le ví y le escuché alguna vez más en su tertulia del “Manuela Malasaña”, o acompañándole en una visita a Santander tras haber sido invitado a participar en  La Escuela de Verano. Seguí sus intervenciones radiofónicas y llegué a ver representada su obra “Baraja del Rey Don Pedro” con el Teatro de la Abadía. Aunque sin su voz , nos quedan en Lucina sus reputadas obras de filólogo , de filósofo , de gramático , de imprescindible traductor ( el que quiera sentirse como Homero en su tiempo ha de leerle en su fidedigna versión de la Iliada, lo mismo que a Lucrecio, o el Shakespeare de los sonetos y muchas mas…), de dramaturgo, de escritor de cuentos y vitales relatos donde riza el rizo del castellano popular, de poeta. Y el recuerdo de sus versos en el modo de encabalgarlos…. Su afectuoso e irreductible corazón libertario.
   En una época que olvida por decreto las humanidades, quedaremos aún los que echaremos en falta su magisterio. Pese a la identidad que cuestionaba poniendo su nombre de autor entre signos interrogantes: ¿Agustín García Calvo?:  ¡Qué suerte haberte conocido!

                                                 Mariano Gómez de Vallejo  (*)   
                                                            
Mortera, Noviembre 2012

(*) (Mariano Gómez de Vallejo es un pintor que escribe)

Agustín García Calvo: El hombre que supo decir ¡no!


Profesor, filósofo, filólogo, traductor, poeta, dramaturgo… El 1 de noviembre fallecía a la edad de 86 años uno de los grandes pensadores e intelectuales de nuestra época, Agustín García Calvo.
I. Nistal Periódico cnt
Natural de Zamora, buena parte de su vida transcurrió en la capital (autor del himno de la Comunidad, conocidas eran sus tertulias en el Ateneo de Madrid), donde se doctoró en Filología Clásica, ocupando una cátedra primero en Sevilla y posteriormente en Madrid. Su apoyo a los estudiantes libertarios tras las protestas estudiantiles de 1965 (anticipándose al famoso mayo del 68) le obligó a tomar camino al exilio francés. En 1976 pudo regresar de nuevo siendo restablecida su cátedra, permaneciendo con ella hasta 1992, año en el que se jubiló.
Defensor de las ideas anarquistas, a través de sus escritos y  conferencias pudimos comprender su posicionamiento contra el Poder, el Estado, el Capital, el individuo, la pareja, la familia, el futuro, el progreso, la democracia… en definitiva, contra todo lo establecido, siendo capaz de hilar y razonar cada aspecto como ningún otro, de ahí los diferentes premios nacionales a su obra y el reconocimiento institucional y mediático tras su muerte, algo que por otra parte a buen seguro le indignaría bastante. Hablando de indignados, el nacimiento del 15-M le hizo rejuvenecer, siendo un asiduo a sus actos (su famoso discurso en Sol lo reproducimos en nuestras páginas – verCNT nº 381).
Su activismo anarquista se puede encontrar a lo largo de toda su vida. En su Zamora natal participó en la Escuela Superior de Sabiduría Popular tras la ocupación del Cuartel Viriato (1990). Y poco antes de morir había mostrado sus intenciones de apoyar a la asamblea contra el AVE a su paso por Valorio. Memorable fue su “Manifiesto de la Comuna Antinacionalista Zamorana”.
También en el exilio francés ejerció su condición de activista como traductor para la editorial Ruedo Ibérico, organizador de tertulias políticas en el Barrio Latino, co-autor del opúsculo “De los modos de integración del pronunciamiento estudiantil”, apoyo y cobijo para miembros de Angry Brigade, del Grupo Primero de Mayo, y demás activistas antifranquistas y anticapitalistas.
Relación con la CNT
Destacado conferenciante, asidua fue su presencia por toda la península en los diferentes actos culturales del sindicato, especialmente en la década de 1980 y 1990 (Puerto Real, Salamanca, Zaragoza, Valladolid, Granada, Compostela, Barcelona, Zamora…). También participó en la Semana Cultural del V Congreso de la Casa de Campo de Madrid (1979).
Fruto de esa estrecha relación con la CNT colaboró en sus publicaciones siempre que fue requerida su presencia: CNT, Bicel… participó junto a su compañera sentimental Isabel Escudero (también poeta y ácrata) en el libro “¿Quién dice no? En torno a la anarquía”, así como en el libro “Cien imágenes para un centenario”, con motivo del centenario de la Confederación Nacional del Trabajo, ambas publicaciones editadas por la Fundación Anselmo Lorenzo (FAL). También editó su libro “Contra el hombre”.
En el funeral no faltó una corona de flores del sindicato, así como la presencia de José Luis García Rúa, ex-Secretario General de la CNT y amigo de toda la vida de Agustín tras coincidir ambos en Salamanca durante la carrera de Filología.
¿DE VERDAD MURIÓ NUESTRO AGUSTÍN?
José Ramón Palacios, Fundación Anselmo Lorenzo
En la mañana del día 1 de Noviembre del 2012 murió, en su Zamora natal, Agustín García Calvo… Realmente así lo propagaron los medios a toda página. El Régimen celebró con pesar, decían, sus extraordinarios méritos personales: sus premios- como personaje mereció ganarlos todos-, sus escritos, sus palabras, y hasta sus furibundas diatribas contra el Régimen.
Políticos, sesudos intelectuales, y arribistas de todo pelaje y condición, para gloria propia, alabaron el éxito profesional del maestro; algo que él siempre desestimó porque el valor personal es el precio que pagamos “para ir tirando”, realizados como individuos, cosas del Régimen, y claro, lo que tiene precio carece de valor. Y todas las alabanzas coincidieron en reafirmar el triunfo, desgraciado, de la muerte como futuro inexorable que a todas las personas nos espera, y como tal, la trampa ideal que impide el disfrute de la vida, suplantada por una tediosa existencia prisionera del tiempo real que nos cautiva. Ignorantes de estas y de cualesquiera otras sencillas enseñanzas del maestro, como que “si algo pasó, pasa, o puede pasar de verdad, solo puede pasar ahora, fuera, pues, del tiempo real”, al final supieron entre todos poner las cosas en su sitio, como está mandado: mandaron a Agustín con su extraordinaria obra, al limbo de la historia y el recuerdo. Y hecho el cómputo volvieron a cuadrar las cuentas: un muerto más, un vivo menos. ¡Descanse en paz!
Sin embargo, a veces en algún lugar, la gente se reconoce  en los demás, se desparrama por el discurrir de lo común de la razón, se siente libre de la pesada carga de ser cada uno lo que tiene que ser, y entonces gritan y hablan los corazones, la chanza de la vida reaparece, y ahí siguen como siempre la mueca burlona del maestro y sus decires, los argumentos y sano juicio de sus queridos presocráticos, y las ingeniosas ocurrencias de cualquiera para denunciar la falsedad de la realidad que constituye este asfixiante “Régimen Progresado”; para  descubrir que el orden democrático también es el orden impuesto por los de arriba y descreer de la fe de los de abajo que lo sustenta; para combatir el poder del dinero y el dinero del poder; y para recordar que un fantasma recorre sin fin, por lo bajo, pueblos y corazones, y de cuando en cuando se aparece a la humanidad como fresca vida nueva, hasta que se consuma y  consume en el ideal revolucionario, realizada como otra histórica revolución para el estudio. Y aquí llegado, inocente y cargada de ilusión, surge una pregunta: ¿de verdad murió nuestro Agustín?
¡AY, AGUSTÍN, SI VOLVIERAS A REIR COMO TÚ SABÍAS!
Antonio Orihuela, poeta
España siempre ha sido un país de payasos del Poder, no de filósofos, no de hombres justos, sabios, apasionados del conocimiento, de la razón común, de lo que de pueblo pueda quedar en cada uno de nosotros. Solo sabiendo que España es un país de payasos se explica que la muerte de Agustín García Calvo haya sido hurtada de todos los medios de formación de masas a los que él tanto atacó como criticó, y que ahora, póstumamente han vuelto a hacerle el mismo vacío que ya conoció. Poco importa, Agustín seguirá siendo querido y leído como él quería, lejos de las grandes tribunas del Poder, y los homenajes se le harán, como así fue mientras estuvo entre nosotros, por los de abajo, sus lectores, la gente que compartía con él el gusto de la charla y el debate. Todavía hoy se puede leer en la página de la web de Lucina, la editorial que montó para que pudiéramos leer sus textos, las dos intervenciones que tenía previstas para el mes de diciembre, en Madrid, la posibilidad de recibir, en el mismo corazón de la Bestia, el aire fresco de su pensamiento en la Tertulia que celebraba todos los miércoles en el Ateneo para delicia de anarquistas, ex alumnos, poetas, estudiantes, filósofos y delincuentes.
A Agustín, a pesar de ser uno de los pensadores más lúcidos de este país nunca le sonrió el éxito, esa cosa que el Poder ha fabricado para los dóciles, los que siguen la corriente, los que jamás van a levantar la voz contra el Amo. A cambio, Agustín disfrutó del mejor de los tesoros, el de la cálida amistad de los que lo leían, lo escuchaban, lo consideraban su maestro. Así fue desde los lejanos días en los que la maravillosa solidaridad de José María Valverde y el que había sido su maestro en Salamanca Antonio Tovar renunciaron a sus cátedras voluntariamente como protesta contra su expulsión de su cátedra en la Universidad Complutense por apoyar las protestas estudiantiles de mediados de los sesenta.  Gestos así hablan de la calidad humana que se gastaban algunos de esa generación, la dificultad para encontrar dentro y fuera de la universidad española de luego y de ahora personas de esta altura, con esta disposición a la justicia y la camaradería, con esa capacidad intelectual que derrochaban a raudales y de la que el mismo Agustín siempre fue un exponente sin igual.
Envuelto en sus camisas de colores, constantemente interrogándose hasta sobre su propio nombre,  Agustín merodeó toda su vida alrededor de la lengua, los problemas de gramática centraron su actividad intelectual ramificada desde ese hablar, ya fuera la filosofía presocrática, el tiempo, Dios o la realidad, y frente a ellas, el teatro y la poesía como lenitivos que sus amigos, no sólo Chicho Sánchez Ferlosio y Amancio Prada, se encargaron de difundir para todos los que quisieron escuchar su palabra que, frente a la Cultura que el denigraba porque era instrumento del Poder y cadáver del capitalismo, era anónima, gratis, libre, directa  y sin forma fija.
También cultivó el género periodístico, desde sus columnas se convirtió en el azote de la mediocridad burguesa atacando al Estado, la religión, la ciencia, la familia, la pareja, el individualismo, el automóvil, la paz, la democracia, el nacionalismo, la titulitis, la sociedad del bienestar o el futuro, desde una posición libertaria y negacionista que constituye el cemento de toda su producción intelectual.
Agustín trataba de dar voz a un sentir anónimo desde el que se oponía a los manejos del Poder. Desde él denunciaba la realidad acotada según las prescripciones del Poder y a él sometidas, apostando en sus discursos por liberar lo impredecible, lo sometido, lo imprevisible  que pueda ocurrir, identificando ésta posibilidad como la única oportunidad de vincularnos como gente que en su indefinición e inmanejabilidad lucha contra el Poder y la Realidad. Que es pueblo en la medida que sufre el Poder, un poder que lo puede todo en la medida que tiene muchas caras, no todas coactivas ni coercitivas, porque el Poder también está ocupado por las esperanzas, las ilusiones con las que hemos sido colonizados, el Poder también es el de la publicidad, los padres, la educación, los exámenes, el dinero, los bancos, los políticos que nos aseguran que ellos, en la medida que tienen el Poder, lo pueden todo menos lo que no se sabe, lo que aún no está hecho, lo que puede pasar, todas esas probabilidades que no son aún Realidad ni Régimen y por lo tanto que quedan fuera del Poder y contra las que el Poder no puede y que mientras se mantenga en esa naturaleza el Poder nunca podrá con ellas.
En esta lucha, Agustín consideraba que el lenguaje tiene un papel fundamental en la opresión de la gente aunque, paradójicamente, también en el lenguaje, partiendo de él, se encontraba el lugar desde el que podría liberarse la potencia de la gente contra la opresión del Estado y el Capital en la medida que el lenguaje es tanto un territorio ocupado como una tierra de nadie de donde aún puede brotar lo imprevisible, lo inesperado que quiebre el orden estatista, la expresión popular por excelencia. Una potencia que lejos de reconocerlos como interlocutores debía negarlos como única alternativa para no caer en sus garras.
Unas garras de las que ni el mismo Agustín estuvo nunca a salvo, debatiéndose toda su vida entre la dialéctica de la libertad y la sumisión, entre lo que se puede conseguir y el precio que hay que pagar por ello. Desde esa lucha se enfrentó al Estado, que lo envió directamente al exilio, a la Hacienda Pública, que lo encausó, a las instituciones culturales que le dieron unas veces de lado y otras lo cortejaron con premios que él aceptó a regañadientes y entre titubeos.
Y contra esas garras aún le quedaban fuerza, rigor y gracia, a sus ochenta y cinco años, para sumarse a las protestas en la Puerta del Sol, con la gente viva del 15-M, a donde estuvo acudiendo durante meses todos los jueves para, megáfono en mano, hablar con quienes quisieran sentarse a su lado sobre los grandes enemigos que la gente tiene, para desengañarnos a todos del futuro, esa arma con la que el Poder nos somete y seduce, para llevarnos a su redil aún más sumisos, domesticados y previsibles, para matarnos así en vida. Frente a ella, también Agustín alzaba su portentosa voz para decirnos que solo reconociendo que no tenemos futuro, que no queremos ningún futuro, podemos liberarnos del Poder y de sus instrumentos para empezar a vivir la vida impredecible del aquí y el ahora juntos.
Con esa alegría, la de las asambleas de la primavera de 2011, que Agustín estaba esperando volver a recuperar desde aquel lejano 1965, se despidió de nosotros hace unos días. Salud, anarquía y hasta siempre querido maestro.

1 de diciembre de 2012

Homenaje a Agustín García Calvo en la Librería Antígona, Zaragoza

Para finalizar las actividades del DIA DE LAS LIBRERIAS queremos hacer un homenaje a Agustín García Calvo, recientemente fallecido. Será a las 21 h. Inabarcable su obra y su persona.

Leeremos fragmentos de sus libros, escucharemos grabaciones con su voz. Oiremos la música de quienes lo musicaron. Haremos retahíla de sus títulos.. Tenemos expuesta una gran parte de su obra y un gran panel con diagramas de su mano que realizó en una charla sobre el lenguaje en la librería.

PRIMERAS TINTAS DEL DUELO


Isabel Escudero


 “…cuando siento tan vivo aquí este rastro
de tul piel y tu sudor  y tal me brilla
tu  ojo de azabache como el astro
de la tarde al morir; y , si me humilla
tu muerte, no me roba, no la alhaja
de haber gozado de tu maravilla.
Pues ya ves: te he bordado la mortaja;
y,  mientras yo por el sinfín me pierdo,
ten esta embuesta de dorada paja,
y viva con el mío tu recuerdo.”
Al burro muerto (Endecha)

Agustín García Calvo

Así terminabas aquel canto de amor desesperado a nuestro burro muerto, que un auto nos lo había matado una noche de luna llena allá  por las hermosas lomas de las Navas, donde otrora pastaban libres los onagros antes que la peste de Dios de gasolina y mucha prisa, (para ir no se sabe adónde), extendiera sus redes de asfalto y la administración de muerte invadiera  hasta los más recónditos campos. Quisiste en esa airada endecha que resonara «Lo han matado». «Era bueno, y por eso lo han matado. No era mío, ni suyo tampoco, y por eso era bueno, y por eso ha tenido la Realidad que matármelo». Que no eras tú tampoco amigo de propiedades y autorías. Recuerdo tantas veces, antes de los recitales en que juntos  subíamos a escenarios y plazas a dejarnos decir de viva voz razones y canciones,  que solías advertir al público: «Si algunos de estos versos que vais a oír aciertan a tocaros el corazón, si os hieren de verdad, los buenos, esos no son míos». Que el poeta ha acertado a quitarse de en medio y ha dejado hablar a la lengua, al lenguaje corriente y  así devuelve al pueblo lo que del pueblo tomó prestado.  Como aquel otro asnillo de la fábula que tan juiciosamente nos recordaba que la flauta suena por casualidad, y que acertó de pura casualidad el secreto de la poesía. Que si ella surge,  cualquiera cosa que sea eso de la poesía, es cuando quiera soplar tu resuello de pueblo que es la sola musa que vive en la lengua corriente y moliente.  Porque  el pueblo, cuando le dejan y se deja hablar, respira por la herida  y el acierto de un poema o una copla, una balada o un romance  no es otro que  el descubrimiento de la mentira de la Realidad, algo que hiere en lo más profundo.  Que toca  a la par  el corazón y la razón, sentir en uno  la desgracia común no nos da la felicidad, pero nos abre un grano de honda alegría. Mucha poesía literaria, inocua, de eso te quejabas cumplidamente: «Porque se premia lo que a los oídos/de nadie va a hacerle mal, ni nada bueno/y tan sólo se venden los vendidos».
 Gracias te doy, Agustín, por lo mucho y bueno que nos has dado. Y aunque tú personalmente me faltes y esa flecha se me clava con encono cada mañana al abrir los ojos, a la vez  tú también me das el bálsamo para curar tu ausencia. De tanto y tantos años a tu vera he aprendido de ti la tozudez y las mañas en eso de olvidar lo sabido para dar suelta a lo desconocido, algo que queda de amor sin nombre propio ni ley latiendo por lo bajo de cada uno. Y en ese misterio que no obedece al tiempo cifrado ni a la Historia te reconozco tan libre y rebelde como siempre y hasta dispuesto una vez más —para hacerme sentir más vivamente tu compañía— a enzarzarte de nuevo conmigo en las graciosas disputas que avivaban nuestro tan duradero amor. Porque ¿cómo podría yo demostrar mi amor leal a un insumiso más que siéndole desobediente? Es como si así estuvieras ya respondiendo a mi desconsolada y última pregunta: ¿Pero, maestro, con quién voy yo a pelearme ahora?
Cómo puedo convencerte, amigo,  de que sigues aquí,  que es imposible que no estés. Usaré tus propias artes y razones. Tú hiciste un día herido del más puro amor esta endecha por la pérdida de nuestro burro,  hoy para revivirte repito para ti tu mismo canto: «Yo canto un burro y la muerte en él y por él, y a la vez que me nubla el alma esta sombra de burro que me ha dejado atrás, a la vez una ira me hace clamar que no ha muerto, que lo han matado, que lo ha matado la Realidad»… Pero tú, ¿no nos descubriste que la Realidad no es todo lo que hay,  y que es falsa no sólo porque lo es,  sino porque pretende ser todo lo que hay? «¡Ea pues, rebuzna! ¡razona tú, burro! Razón es tu queja. Y otra vez rebuzna más, más, que te oiga, y el mundo a lo ancho oiga como puja a salir desgarrada por entre los dientes la verdad desnuda!»
Por alguna fisura  has logrado escaparte, has sabido zafarte del mortal silogismo, porque no te atañía a ti  la condena de los Hombres, (que de ellos no decías nada bueno), y ahora, ahora mismo, escucha: ya  vuelvo a oír junto a mí tu limpia voz: «La guerra sigue» y tu «NO» alto y tozudo contra cualquier Poder venga de donde venga, y más si viene de UNO mismo. Y ahí están los amigos y fieles seguidores que cada miércoles puntualmente te aguardan en la tertulia política del Ateneo;  y  los tuyos  con el corazón atento y la puerta de la casa abierta esperando  a la mesa frente  a tu plato vacío por el gusto de verte de nuevo comer con el gusto con que comías; y ahí también  tus muchos y  queridos libros nacidos  de tus entrañas y crecidos de tu empeño contra viento y marea año tras año; y en las plazas florecidas de indignación, mira cómo te reclaman  tantos y tantos muchachos despiertos  que les brillan los ojos de luz de tu desnudo y alegre desengaño. Y mira, Agustín, allí está Bebela en la ventana que da al jardín nevado de las Navas, que de nuevo te grita: «¡Un burro!».

Isabel Escudero, 1 de Diciembre de 2012
Publicado  el 8 de Diciembre en el Diario El Norte de Castilla en el Suplemento Cultural  La sombra del ciprés, en homenaje a Agustín García Calvo

27 de noviembre de 2012

Recitaciones de Agustín García Calvo

García Calvo.- Terencio, Eunuco

 Más podcasts de recitaciones en:
 

Homero: Lectura de la Ilíada. Canto V Por Bernardo Souvirón

Lectura de Homero 

Por Bernardo Souvirón El 24 noviembre, 2012 

POESÍA EN CONCIERTO (Escalera de Jacob. 14 de Enero de 2009)

En el año 2009 se celebró el ciclo llamado Poesía en concierto. El alma mater de este proyecto fue la escritora Teresa Sebastián, que me invitó a participar en el. Mi aportación fue una primera lectura de la Ilíada, realizada durante el mes de enero en el local La Escalera de Jacob, y una segunda llevada a cabo en junio del mismo año en el Centro Cultural Galileo Galilei. En ambos casos me acompañó un buen amigo, el extraordinario músico Dimitri Psonis, originario de Creta pero, como muchos de sus antepasados, ciudadano del mundo.


26 de noviembre de 2012

Interview with Agustín García Calvo: "“The future is a vacuum that doesn´’t let us live"

Text Javier Bassas Vila | Felip Martí-Jufresa


Agustín García Calvo (Zamora, 1926) is one of Spain’s most radical thinkers. His work, which displays a firm stance of indiscipline towards the dominant reality, combines reflection on language and politics with literary creation and translations. His books include Del lenguaje (On Language), Contra la realidad (Against Reality), Contra la democracia (Against Democracy), De Dios (On God), Contra el tiempo (Against Time), Contra la pareja (Against the Couple) and Sermón de ser y no ser (Sermon on Being and Not Being).


Called by some “the master”, Agustín García Calvo has for many years been a referent for any young, or not so young, undisciplined thinker – some of the current leading Spanish thinkers have declared themselves, at one time or another, his disciples. Having known and rejected the forms and technical jargon of the philosophical academy, García Calvo has drawn up an itinerary of thought that tackles, deepens and rips apart topics fundamental for philosophy (God, reality, time, the individual, democracy, etc.), always preserving the liveliness and simplicity of common or garden language both in essays and, often, in the form of a conversation with those present... Continue reading

25 de noviembre de 2012

1 dic: homenaje a Agustín García Calvo en Teatro La Abadía de Madrid

Ciclo Palabras vivas, oídos privilegiados

Imagen de 1 dic: homenaje a Agustín García Calvo

El próximo 1 de diciembre dedicaremos la próxima sesión del ciclo de poesía Palabras vivas, oídos privilegiados a rendir tributo al maestro Agustín García Calvo, fallecido el pasado 1 de noviembre.

Los actores Ester Bellver y Ernesto Arias recitarán algunos de los poemas de este virtuoso de la palabra, colaborador en los primeros tiempos de La Abadía y autor de la memorable Baraja del Rey don Pedro

El acto tendrá lugar media hora antes de la función de El diccionario, en el Ambigú de La Abadía. 

Sábado 1 de diciembre, 19:30 h.
Ambigú del Teatro de La Abadía.
 

Entrada libre hasta completar aforo.
Entradas

Tertulia “FilosoFlemas” en Librería La Leona - Valladolid

El próximo viernes 7 de diciembre  a las 20:30 h. inauguramos la tertulia de reflexión y razonamiento filosófico en torno a lo que se nos ocurra, cualquier cosa que caiga en los ámbitos de la condición humana, cualesquiera aspectos que puedan tener que ver con nuestro decir-creer-pensar-sentir-hacer-vivir-morir ….  para intentar comprender(nos) y revolver(nos) críticamente en el disparatado e injusto mundo del que formamos parte.
El modus operandi podría ser:
  1. Se plantea un tema, problema o pregunta para la siguiente tertulia.
  2. Alguna/s persona/s participante/s se encargan de introducirlo (de 10 a 20 minutos máximo)
  3. Dichos participantes aportarán durante las semanas previas algunos textos básicos, enlaces, recursos, bibliografía, documentos, para que quien lo desee profundice en el tema, problema o pregunta planteados.
  4. Se abre el debate para que cada cual libremente exprese su pensar, dudar y sentir al respecto.
¿Por qué “filosoflemas”?

Parte de la respuesta la daría el diccionario de la Real Academia Española : flema.  Otra parte nos la puede dar la Wikipedia, por ejemplo: flema, teoría de los cuatro humores, apático. Y una más, buscar en google la palabra “filosofema”…
De todo lo cual, podría inferirse que filosoflema es: la filosofía del esputo, o filosofar esputando, o una filosofía de/para flemáticos, o el cuestionamiento irónico de cualquier filosofema, o la risa que se ahonda en el pensamiento, o el drama de saberse vivo sin sentido, o la búsqueda de un sentido inconcluso, o rozar con un beso un razonamiento y sólo poder expresarlo onomatopéyicamente y, por supuesto, salivando…

Temática de FilosoFlemas del viernes 7 de diciembre:

Un des-homenaje a Agustín García Calvo, sobre su decir y su pensar lingüístico y sin fin.
En una próxima entrada se aportará algún texto y enlaces sobre esto.

Libre te quiero

Locución: Manuel López Castilleja Fondo musical: Arpa y flauta celta
 

23 de noviembre de 2012

19 de noviembre de 2012

Agustín García Calvo


MARTÍN-MIGUEL RUBIO ESTEBAN.

El 2 de Noviembre, Día de los difuntos, centenares de amigos acompañamos a la familia de Agustín García Calvo al cementerio de Zamora de San Atilano para despedir a nuestro muy querido y ya angustiosamente añorado maestro. La voz diáfana de Amancio Prada nos evocó en un canto transparente, de cristal pulido, uno de sus poemas, e Isabel Escudero, rota y entera, nos recordó el poema de Antonio Machado que Agustín recitaba cuando se afeitaba, recitando otros poemas del genio zamorano con desolado acento. Ruth y Sabela vivían desconsoladoramente ausentes la gran ausencia irreemplazable. Y Víctor asumía como hombre las urgencias cotidianas de la realidad del trance.

Se nos ha marchado Agustín, el amigo sabio y generoso que nos sacó de la barbarie en aquella adolescencia provinciana en que leía con absoluta seriedad nuestros cuentos y sobre los que se atrevía a sugerir una sintaxis más académica (¡que se sepa!), y nos regañaba cuando nuestros sentimientos transgredían las normas de la amable humanidad. Nos recomendó nuestros primeros escritos a las Editoriales, y gracias a él tradujimos para Alianza Editorial. En un país con la Academia de cebrianes, solamente interesada por sus éxitos comerciales, aupado como una especie de empresario el Sr. García de la Concha, Agustín representaba sin duda la esencia de la Academia prístina de la Ilustración, la Academia misma fuera de la Academia.

Tuve el inmerecido honor de hacer la Tesis Doctoral bajo la dirección escrupulosa de AGC sobre la Democracia Clásica, titulada “Estudio de los principios democráticos en relación con el régimen de Pericles”, que presenté con éxito en mi querida Universidad de Salamanca. AGC me hizo hacer un viaje histórico en sentido inverso: desde lo que es hoy la Democracia a la brillante democracia periclea. Como buen director implicado en la tesis de su discípulo me señaló los libros que debía leer, los textos que debía traducir y las reflexiones que debía hacer, según mi libérrimo criterio ( maestro y discípulo llegamos a conclusiones diferentes con las mismas pruebas; lo que revela su constante mundivisión respetuosa y antidogmática ). En el fondo, lo que quería evidenciar AGC es que el pueblo, descompuesto en individuos singulares (idiôtai), en conciencias singulares con un voto cada una, merced a la Democracia Representativa, se había traicionado a sí mismo y con él a la Democracia Clásica, esto es, Directa, en que el pueblo, reunido en una Asamblea, como conjunto abierto no constituido en personas singulares, indefinido, “incertum vulgus”, indiviso, que entrase y saliese, que cambiase en su composición en cada Asamblea decenal, representaba el sensus communis y era verdaderamente soberano antes de Jean Bodin, y cuando había que representarlo a la hora de juzgar o legislar se sorteaba entre todos los ciudadanos a jueces y legisladores. Porque sólo la suerte garantizaba el igualitario derecho de representación en el cualquiera que define al pueblo, feo o guapo, alto o bajo, gordo o flaco, rico o pobre, muy inteligente o menos inteligente.

Partimos de las imposturas redundantes de las democracias populares, la última metamorfosis infame de la Democracia, proseguimos con lo que de Democracia podía haber en las guerras de liberación nacional, seguimos con la sanguinaria Revolución Francesa y su demagogia de derechos humanos personales, continuamos con la Revolución Americana, y la obra de los padres fundadores, George Washington, James Madison, Thomas Jefferson, Benjamin Franklin, John Adams y el mayor genio americano, Alexander Hamilton, el primer abolicionista auténtico. En América se dio la conversión de la “direct representation or even mob rule” en “public opinión filtered thorough educated representatives”. Y conjugando dos planes constitucionales opuestos, el de Virginia y el de New Jersey, Hamilton ideó la primera democracia representativa del mundo, conjugando la representación de los habitantes ( Plan Virginia ) con la representación del territorio ( Plan New Jersey ). Continuamos con las actitudes democráticas de los araucanos que nos presentase nuestro Alonso de Ercilla, proseguimos con las repúblicas del Renacimiento, nos hundimos en algunos movimientos cristianos de la Edad Media en donde latía algo de la Democracia, llegamos a la esplendente y admirada República Romana y, por fin, llegamos a la Democracia de Pericles, en donde creímos encontrar las piedras angulares ( los “principia” ) del régimen democrático. En contra de lo que quizás imaginase Agustín, la tesis me hizo un firme partidario de la Democracia, aunque compartía con el maestro las indignas imitaciones sintéticas que al abrigo del paraguas del concepto Democracia han existido. Es por ello que el pensamiento político de AGC, lejos de alejarnos de la prístina Democracia nos invita a demoler “esta” falsa “Democracia”. En realidad, AGC no odió jamás la Democracia en su versión periclea, sino que siempre abominó de “esta democracia”. Por otro lado, mi afortunado contacto con Antonio García-Trevijano, el mayor especialista en la Democracia, despejó bien pronto algunas dudas y desasosiegos intelectuales que el genio de Agustín había inoculado brillantemente en mi espíritu durante la elaboración de la Tesis.

Pero Agustín no era sólo genio por sus investigaciones en la filosofía política, sino que también lo fue como gramático ( creó una gramática radicalmente española en la que fonología, prosodia, morfología, sintaxis y semántica se interconectan sobre un mismo principio o ley; auténtica proeza que recuerda la de Nebrija o Andrés Bello, y que nace sin ninguna adherencia extranjera en el solar patrio, quizás por ello ni la Universidad Española ni la Academia de los cebrianes le ha prestado atención ), inspiradísimo poeta, metafísico, teólogo, extraordinario traductor, y el más grande tratadista de rítmica, prosodia, métrica y versificación de todos los tiempos. Su teoría sobre la doble naturaleza del acento latino – cromática e intensiva -, elaborada en su adolescencia, aún nos pasma y admira.

Era tantas cosas, y en todas ellas llegaba a tal genialidad, que la actual mediocridad hispana no pudo catalogarlo en los distintos apartados de la escritura como primerísimo. La envidia con este “monstruo intelectual” circulaba fácilmente. Los poetas decían que era un gran pensador. Los pensadores que era un genial traductor. Los traductores que era un gran filólogo, los filólogos que era sobre todo un gran latinista, los latinistas que era un genial helenista, y los helenistas que era un gran poeta. Y volvía así a empezar la rueda de la envidia. Con él se mostró mezquina Zamora, la ciudad a la que tanto amó y a la que compuso bellísimos poemas. Con él se ha mostrado mezquina España, que no le puso la alfombra roja que le hubiera puesto Francia. Y que lo denigró siempre que pudo, empezando por sus gobiernos y bárbaros periodistas.
Personalmente he perdido uno de los mayores alicientes que tenía para ir a Zamora. Aunque ya estaba enfermo y lo visitaba, su hija Isabella me llevaba a una habitación en la que siempre se oían los pájaros que habitaban los árboles de un patio, y allí hablábamos de lo de siempre y que en los labios de Agustín salía siempre nuevo. No creo que en mucho tiempo pueda pasar por la Rúa de los Notarios camino de la Catedral, y ya no oír el tecleteo de su vieja máquina de escribir, intentando descubrir una y otra vez el pavoroso misterio que ocultan los garabatos fenicios.

Adiós, mi mejor maestro, al que tanto quise y al que tan poco recompensé por su profunda e inmarcesible enseñanza.
Grande entre los grandes, sea para ti la tierra ligera, queridísimo maestro y amigo. Salud, allá en donde asfódelos de dura espiga, hilótomos soteres y olorosos hipotamnos te acompañen en tu caminar alegre a ese Paraíso que tu propio reconocimiento de la esencial y bendita impotencia humana – la “felix culpa” de tu santo – te ha abierto. “Enorgullécete de tu fracaso/ que sugiere lo limpio de la empresa”. Vela desde allí por nosotros, poderoso Nêphelêgereta.

Buenas noches, Agustín


PUBLICADO POR ALEJANDRO VÁZQUEZ ORTIZ 

¿Qué voy a decir de ti, maestro? ¿Qué es lo primero que se me viene a la mente? ¿Tus portentosas obras de traducción? ¿Tus dialéctica sobre la gramática? ¿Tus razones sobre las heridas estas del alma? ¿Tus poemas como perlas y tesoros escondidos en la pulpa del papel que se me vuelven un palpito viviente aquí junto a mi corazón, para herirlo y arrancarle lágrimas y asombros?

No, Agustín, nada de eso se me viene a la mente. Sabemos que tus siembras de tinta seguirán por ahí pululando por siempre y para siempre. 

Hoy simplemente me acuerdo de que tenías un corazón muy bonito, Agustín. Nada más. ¡Tan bonito que no te cansabas de dibujarlo por ahí por donde ibas! ¿Te acuerdas? En el libro este de Contra el tiempo, aparece a cada rato. Corazones cruzados de una flecha. Es en lo primero que pienso de ti, maestro. En tu enrome corazón y te imagino con babuchas acercándote al burro con cáscaras de melón para comer. Nada más.

¿De lo demás? Quién sabe si el Régimen, ahora que ya no estás hablando quiera colgarse medallas a tu costa ahora que ya no puedes responderle como hacías, ojalá por lo menos le quede esa decencia. Acaso, si sirviera para algo... bueno... quién sabe. ¿Qué importa, Agustín?

Yo ya no sé bien qué decir. Simplemente quiero decirte "buenas noches", otra vez. Como cuando al salir del Ateneo de Madrid con tus bufandas y tu paso tranquilo, pausado, ligero, ibas sacando un purito para degustarlo en las escaleras y pasar el rato mientas esperaban un taxi o seguías tertuliando ya en la calle. Yo pasaba a veces y sin atreverme demasiado a interrumpirte te decía: "Buenas noches", y tú, aunque tuvieras siempre esa cara de cascarrabias en las fotos, levantabas tus ojillos y lanzabas una sonrisa que ni la más buena de las abuelas es capaz de sonreír así de franca y así de clara. 

¡Ay, Agustín, con ese corazón tuyo tan enorme, tan abierto, tan sincero! Te dejabas arrastrar siempre por la muchachada, y es sólo en nombre de ella en que me atrevo a interrumpirte en los pitillos que te haz de estar fumando ahora. Es en el nombre de la muchachada que te veía en las tertulias, en las que te conoció durante el 15M, o de las que fueron tus alumnos en la Complutense o con las que estuviste allá cuando las rebeldías del '65, los que te acompañaron en la Comuna de Zamora, los que estuvieron en las cárceles de Madrid contigo por rebelarse ante la dictadura, por los que cantan tus palabras, por los de las tertulias de la calle Desengaño, por los de Nanterre, los que cantan tu himno preguntándose qué quiere decir, los que te leían en los periódicos, los que te oyeron en la radio, los que te invitaban sin un duro que darte a cambio, los obreros, los estudiantes, los del teatro deleitados por tus adaptaciones de Shakespeare, los filólogos que se quedaban de piedra al ver tus traducciones, los filósofos que preferían hacer como que miraban a otro lado, en nombre de los anónimos simplemente me acerco a decirte gracias, maestro. Muchas gracias.

¿Sabes? Siempre que leo o escucho a alguien con razones atinadas, pienso: Agustín lo sabría decir mejor. Porque ese era el mejor botón de muestra de tu amor, maestro. Que no te bastaba con decir razones que dieran en la diana de las cosas, de las heridas, de los dolores de estos que seguimos por aquí, mediosobreviviendo. No, eso no te bastaba. ¡Había que decirlas bien! ¡Había que hacer el esfuerzo por decirlas de la manera correcta y precisa! Y recalcar que ese decir no era un decir oscuro ni destinado a las élites de la inteligencia, sino para cualquiera, para que cualquiera lo pudiera entender. Y cuando no lo conseguías, me consta que te mortificabas, y buscabas, te devanabas los sesos por encontrar una fórmula, la fórmula más sencilla posible, para explicar eso que otros presentan bajo disfraces de profundidad.

Y tú poesía, señor mío. ¡Tú poesía! Ay, de mí que me salvaste, señor mío. ¡Ay de mí que yo ya andaba barruntando fabricar escupideras con los poemarios del mundo! Pero cuando leí tu poesía quede deslumbrado. ¡Al principio no lo quise aceptar! Era una potencia tan grande la que ejercía, que pensaba: ¡Ea, no qué este es un brujo, un sedicioso, un seductor! Pero después comprendí que no había revés de ninguna de tus intenciones. Que realmente lo que querías hacer, en lo que te dejaste años y heridas sobre la tinta, solo había la intención de hacer algo bello, algo lindo, algo que dijera algo. Y entonces se me abrió de nuevo ese mundo delicioso, amoroso, rico, como palacetes de nácar y esmeraldas, como rincones olvidados de bosques tapizados de frutas y hierba suave, descubriste ante mí una lira apolínea, una manera nueva (¡que de nueva tenía lo que tiene la poesía clásica griega!) de hacer poesía, de regalar versos, de entregarse al deleite de la lengua. 

Y eso sin hablar de las cartas que nos enviamos, de los favores que me hiciste a mí personalmente, un muchacho indocumentado mexicano en Madrid estudiante mediocre de una licenciatura inútil. Y siempre tan presto a ayudar, a saber, a intentar hacer algo. Son muchos hoy los que nos sentimos un poco más huérfanos.

Ay, Agustín, tú toda ricura, tú toda holgura y largueza, me impresiona. Tú, manirroto de tesoros y perlas de tu alma, gracias, maestro. Gracias, Agustín, gracias por todo lo que nos dejas, gracias por esta herida de este pedazo de corazón que te nos llevas. 

Y al enterarme, amigo, que ha sido tu corazón el que te ha fallado... ¿Qué decir? ¿Qué pensar? Sigo recordando, llorando, tu corazón cruzado por una flecha. Barricada, bastión, castillo frondoso donde solazarse y cantar, habrá que hacer algo para seguir conjurando a la innombrable. Habrá que seguir en esta batalla, maestro, contra la Realidad. Aquí seguimos, Agustín. Muchas gracias, dulce maestro y buenas noches.

18 de noviembre de 2012

Entrevista a Amancio Prada: «Al contrario que en 1968, "seamos utópicos, pidamos lo posible"»


latribunadetoledo.es - sábado, 17 de noviembre de 2012



Mantuvo una estrecha relación con el poeta Agustín García Calvo, recientemente fallecido. ¿Qué podría contarnos de su personalidad y por qué sumar sus poemas a los de Léo Ferré y Chicho Sánchez Ferlosio en este espectáculo?
Agustín García Calvo fue uno de los raros hombres libres que he tenido la suerte de conocer. Un pensador infatigable que no ha dejado nunca de luchar contra toda forma de engaño y dominación. Cabezas como la suya, hay muy pocas cada mucho tiempo. Más rara aún fue su conducta: indiferente a todo honor y toda gloria, viviendo de espaldas a todas esas vanidades que a los demás nos pierden. El programa del recital ‘3 Libertarios’ lo estrené hace más de un año, y a Chicho y a Agustín los he cantado desde hace mucho tiempo. La tercera persona de esa trinidad de la desobediencia es Léo Ferré, la estrella más rebelde del firmamento de la chanson y al que también dediqué un disco, ‘Vida de Artista’. Un triángulo, en fin,  vinculado por la amistad y el fervor desde los años de la utopía y el exilio, París, el Barrio Latino y las aguas verdes del Sena, las madrugadas y el soliloquio de la sonrisa contra toda forma de poder que niegue la libertad. Así es la vida que merece ser vivida, así las palabras que merecen ser cantadas.
La cantante María Lavalle dijo recientemente en el Teatro de Rojas que la obra de otro de sus grandes hitos franceses, Georges Brassens, estaba hoy más vigente que nunca en las movilizaciones del 15-M. Suponemos que estará de acuerdo...
Brassens fue un poeta y los poetas no mueren. Traspasan el tiempo y se instalan en un perenne presente, porque la poesía es semilla más que fruto. Él fue un juglar tierno y mordaz, irreverente y bondadoso, lúcido. Y es verdad que sus canciones siguen tan vigentes ahora como entonces. Probablemente cante mañana por la tarde una canción nueva inspirada en el estribillo de una suya que le oí cuando fui su ‘telonero’ allí en París. Más aún: la última película de Basilio Martín Patino, un documental sobre el 15-M, lleva como título y banda sonora la canción ‘Libre te quiero’.
 ¿Cree que la canción se preocupa hoy día por cambiar el mundo? ¿Era eso a lo que aspiraban hace cuarenta años? ¿Es nuestro mundo tan diferente al de finales de la Dictadura o no todas las cosas han cambiado?
Ojalá se pudiera cambiar el mundo con una canción. O con una película, o con un libro. Que cada uno haga lo que pueda, lo que le corresponda. Y que lo haga bien. ¿Sabe que una pintada del famoso Mayo del 68 decía ‘Seamos realistas, pidamos lo imposible’? Yo prefiero esta otra: ‘Seamos utópicos, hagamos lo posible’. El mundo en el fondo cambia menos de lo que parece. Y en cualquier caso sobran motivos para indignarse, entonces y ahora.
Para lo que parece que no hay mucho espacio dentro de la música española actual es para recordar a las grandes figuras de nuestra literatura. Usted, sin embargo, además de mantener  vivo el legado de Rosalía, Lorca, etc., volvió la mirada hace poco hacia Jorge Manrique.
La poesía es para mí como el barro para el alfarero con que modela su copa. Yo invento la melodía que convierte la poesía en canción, la poesía que me conmueve, que me enamora. Y eso lo aprendí del maestro Paco Ibáñez. Jorge Manrique es otro ejemplo de poeta vigente, aunque muriera tan joven hace tanto tiempo...

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16 de noviembre de 2012

Agustín García Calvo, Comrade! by Octavio Alberola

Agustín García Calvo (Zamora, Spain, Oct. 15, 1926 — Zamora, Spain, 1 Nov. 2012)


Philologist, philosopher, writer, lifelong rebel, revolutionary and comrade, Agustín García Calvo was expelled by the Francoist authorities from his chair of Classical Languages at Madrid University for his support of the nascent student anti-Francoist movement in 1964-1965. In 1967 he was, perhaps, the leading light in the formation of the ‘Acratas’, an important Spanish anarchist student grouping that was part of the Europe-wide radical and revolutionary movement of the time. Nor did Garcia Calvo confine himself to the role of thinker, speaker and writer — he was also an activist prepared to put himself on the line. In the early 1970s he was an important liaison between the ‘Angry Brigade’, the ‘First of May Group’ (Grupo Primero de Mayo) and other European anti-Francoist/anti-capitalist action groups operating at the time and in this role was investigated as a ‘revolutionary facilitator’ by both the Metropolitan Police Special Branch (as it then was) and the French Direction de la Surveillance du Territoire (DST). In 1971 our imprint ‘Simian’ published his reflections and speculations on the nature of the 1960s/’70s’ student revolt under the title ‘On How The Student Movement Is Re-Absorbed’ (original title ‘De los modos de integración del pronunciamento estudantil’). (A fuller appreciation by Octavio Alberola follows)



‘Agustín García Calvo, comrade’ by Octavio Alberola

 

As might have been expected, the death of Agustín García Calvo was reported in the media (the “mass-moulding media”, as he called them) in the conventional terms used in this society for cataloguing people by profession: ‘philosopher’, ‘writer’, ‘poet’, ‘thinker’ “controversialist”), ‘essayist’, ‘Latinist’ (“one of the leading 20th century ones”), ‘linguist’, ‘philologist’, ‘grammarian’, ‘playwright’, ‘translator’, ‘university professor’, ‘lecturer ‘… Not forgetting, of course, the highlighting of his academic accomplishments … “lecturer in Classical Philology at Salamanca University, Professor Emeritus of Classical Philology at the Complutense University” as well as his “National Awards as Essayist in 1990, Dramatist in 1999 and for his overall body of work as Translator in 2006.” Plus, of course, the citation of a few titles from his “prolific oeuvre on Grammar and language theory, Logic, his translations and adaptations of classical Greek and Roman authors, essays and politics, poetry and theatre, etc.,” most of them published under the Lusina imprint which his son, Víctor, has moved heaven and earth to keep afloat.

To top it all, the lady mayor (Partido Popular) of Zamora has expressed her “sorrow” that “the world of thought and culture has lost one of the most prolific and telling intellectual figures of the age and the city of Zamora one of the most creative and most widely acknowledged of her sons in recent times”. Adding that “over and above his, sometimes, controversial person or ideological differences, Agustín García Calvo is a paragon of erudition, intellectual ability and capacity for work “ Naturally, it was also placed on record that he was “one of the academics persecuted by the Francoist regime” and that “he was stripped of his professorial chair in the student uprisings of February 1965” (on account of his involvement with them) “and forced into exile in France.”
The “mass-moulding media” seek to reduce to just this a man who was at all times a rebel, a tireless battler against lies, a man who never ceased reminding us that Capital And the State were but two faces of the God of Reality and Power, a man who never adapted to the norms laid down by those who give the orders in this world, the man who set his face against everything official (not least in the ‘Anthem of the Community of Madrid’, commissioned from him by the very first president of the home rule administration there, Joaquín Leguina, for the peppercorn price of one peseta, an anthem that was only ever sung on one occasion), the champion of equality in this highly ambiguous world, the most critical of cultural controversialists which he labelled “the opium of the people”, the man who uttered the most original and most devastating critiques of the developed world and the “welfare State”, the man who never ceased politicking which is to say, fulminating … as he did every Wednesday afternoon at the Ateneo in Madrid, in an authentic socratic marketplace, these past twelve years.
Hence the need to remember who Agustin was in addition to all of the above; an anarchist who never wearied of saying No to Power, to the State, to Capital, to the Individual, to the Couple, to the Family, to the Future, to Progress and, most especially, to the system we presently endure as developed Democracy. For there is no question but that he used his outstanding oratorical talents to provoke reflection, in his inimitable colloquial style, and to expose the lies of our times, to shrug off and break with conventional thinking… Beginning with his peculiar spelling style that is a frontal assault upon the Academia de la Lengua as the source of the falsification of the language and for depriving people of the right to write as they speak. Remember too that in his own writings, Agustín strove to give a voice to a nameless, popular sentiment that rejects the manipulation coming from the powers-that-be. Indeed, in Agustín’s view, language is the key to thought, insofar as it is through language that the dominion of the established is exercised. Which is why exposing Reality was an essential concern of his, Reality being an ideal depicted as a faithful mirror image of “what is”, but which nothing but an abstract construct wherein thinks and people (the latter being merely another thing), organised as “individuals” (akin to some numerical mass) are reduced to ideas, so that they can be made to conform to schemes, plans and deployments for draining the life out of the living, in the most advanced and most backward societies (communist dictatorships or Islamic countries) alike and the function of which is to flatter bourgeois Democracy by comparison.
The need to remember what does not get a mention in the biographies now being published on him or the ones already in circulation hereabouts; for Agustín-the-Comrade does not even rate a mention in Wikipedia. It may be on record, by the way, that he was persecuted by Francoism and expelled from the University over “the student uprisings on February 1965”; but there is no hint that this because of his support for the student acratas, those fore-runners of the anti-authoritarian May of 1968. He subsequently joined them in Paris in forming a tertulia (La Horda) at the ‘Boule d’or’ café in the Latin Quarter. With them, he co-wrote the pamphlet ‘De los modos de integración del pronunciamento estudantil’) which we published surreptitiously in Belgium (reissued in 1987 under the Lucina imprint). (SC adds: in 1971 we — ‘Simian’ — published an English-language translation of Calvo’s reflections and speculations on the nature of the 1960s/’70s’ student revolt under the title ‘On How The Student Movement Is Re-Absorbed’.)
By all means remember the Agustín who stood foursquare alongside comrades in need; but remember that he also did the same with those actively fighting against the Francoist dictatorship (the ‘Angry Brigade’, ‘Grupo Primero de Mayo’ and other action groups), all of which led to his being categorised by the British, French and other European police, security and intelligence services as a “subversive” and a “terrorist”. He was subjected to interrogation and house searches; and, come the Russian President Leonid Brezhnev’s 1973 visit to Paris, Agustín was deemed to be a “dangerous anarchist” and was banished to the island of Corsica for the week. In 1976 he avoided further banishment by the skin of his teeth when king Juan Carlos paid a visit to Paris and when the French authorities banished a group of us Spanish anarchist refugees to the island of Belle Île-en-Mer while a band of Basque independence campaigners were banished to the Île de Ré.
Albeit that it might not be worth remembering, because, as Agustín would have put it, it is not the past that matters but what we do today… never to go with the times! And bear it in mind that “the palpable and actual evidence is that, beneath the skin of Dominion, there still beats a heart that knows how to say NO and which does not give a damn about agendas and what may be “in fashion”.
Octavio Alberola (translated by Paul Sharkey)