12 de diciembre de 2013

LA MALPAGÁ


(correspondiente al 18-7-2007)

—Me dejaste pensativo, abuelo, con tus maldiciones de la poesía que se vende; y tanto que, acordándome de la canción del flautista de Brassens, como tú no la habías traducido, me he puesto a hacerlo yo, a ver qué me salía.

—Ah. Y ¿qué?

—Oye la primera vuelta con su musiquilla:

El rapaz que toca el flautín
fue a Palacio a hacerles tilín.
Por la gracia del ton y son,
le ha ofrecido el Rey un blasón.
«Ser un noble yo no quiero»
respondió el tonadillero:
«con blasón en la clave, ya
se hincharía mi sol-fa-la:
se diría en plaza y mesón
'El flautilla ha hecho traición'».

¿Qué tal?

—No suena mal. A ver si la terminas y das con otros que la canten.

—Por ahora, a lo que dice: ¿es que cualquier venta del arte es una traición?

—Eso dice, y no seré yo quien le diga “No”.

—Ya. Pero tú (con mil perdones, abuelo) ¿no has vendido también un poco tus artes algunas veces?

—Sí, pardiez, por más que me pese: yo soy (como tú, rapaz) un tipo real y contante, y no puedo presumir de estar del todo puro y limpio de dinero, que es la realidad misma: nadie que tenga una muerte futura puede.

—¿Ni el flautista de Brassens?

—Tampoco: empezó por ir a Palacio a ganarse con la flauta unas monedillas, ¿no?

—Sí, pero supo distinguir entre eso y el Gran Premio que lo iba a sujetar a la Corte.

—Pues eso es lo que intentamos otros, y no que sea fácil distinguir la raya, pero al menos... ¿Te acuerdas de aquel cuplé de hace años, el de la Bien Pagá?

—¡No voy a acordarme!, si me ahogaba de vergüenza y rabia cada vez que tronaba en un bar lo de Bien pagá fuiste, mujer y se lo tragaban sin rechistar hombres y hasta mujeres.

—Bueno, pues eso: que, ya que no puede aspirar uno a estar limpio del todo, al menos pueda decir claro “que yo soy la malpagá”.

—Ju ju, viejo: ya se verá si te concedo eso. Pero, a lo que el flautista da como murmullo y condena de la gente, “El flautilla ha hecho traición”, vamos a ver: traición ¿a quién? Traición se hace a un ser al que uno está ligado por compromiso y fe, a la Patria, a Dios, al Marido, a la Novia; pero ahí... No dirás “al pueblo”, cuando tú, cada vez que te sale la palabra, le adosas ‘pueblo-que-no-existe’ para que no se confunda con personas o mayorías democráticas; y a eso...

—No: a lo común, a lo que no existe, no se le puede hacer declaración de fe, ni traición por tanto. Pero, aunque sea imitando la jerga de los mandos, ¿no tendrá algún sentido que la gente diga del que vende sus artes al Poder que hace traición?

—Puede, pero no sé cómo.

—Por vía negativa, claro: prestar fe al Poder, al Dinero, al Futuro, a la Muerte, eso es traicionar a lo común y vivo que nos queda.

—Ya: que ser fiel a eso no es más que no ser fiel a los que lo matan.

—Tú lo has dicho.

AGUSTÍN GARCÍA CALVO