14 de enero de 2014

Agustín García Calvo: “La cultura se compra y se vende, la lengua, no, porque no es de nadie”






ELVIRA HUELBES | 18/5/2010





Agustín García Calvo, en el Ateneo de Madrid. / editoriallucina.es
Agustín García Calvo, en el Ateneo de Madrid. / editoriallucina.es
La revuelta estudiantil del 65 no fue una revuelta antifranquista como muchos creyeron”, ha dicho Agustín García Calvo, sembrando cierta perplejidad en su audiencia. “Fue una revuelta contra el Nuevo Régimen, el que actualmente padecemos, y que finalmente se ha consolidado en todas las democracias desarrolladas,  y su primera característica es que fue inesperada”.
El Nuevo Régimen, en el que estamos inmersos ustedes y yo, ya que acabó triunfando abrumadoramente, es el Régimen del Dinero; se puede decir que la pesadilla en la que andamos sirve de ejemplo dramático.
En cuanto a la enseñanza, en la que ha militado muchos años, García Calvo afirmó que cada plan de estudios ha sido siempre peor que el anterior y que nada de esto debe tomarse como fatalidad sino que el conocimiento está al servicio del Dinero, lo que antes se llamaba el Capital –quizás el Plan Bolonia, que ni mencionó, no vaya muy lejos- y que lo que venden las universidades es futuro: “preparar a los estudiantes para el Futuro bajo la Administración de la Muerte”, impidiendo que ya desde niños aprendan con el placer y el juego que proporciona el verdadero conocimiento.
Así, bruscamente, porque el tiempo es oro -o habría que decir dólares-, terminó un viaje intenso a través de su propia evolución intelectual que AGC hizo ante una nutrida audiencia en la Fundación Juan March, de Madrid, el pasado jueves, 13.
De modo que la revuelta del 65 – que expulsó de la Universidad al propio AGC, Tierno Galván,TamamesLópez Aranguren, entre otros- formó parte de las que se estaban cocinando en toda Europa y en los EEUU que culminaron con el llamado Mayo de 68. A García Calvo le costó unas 15 detenciones más y el destierro a París, dulce destierro, dijo, del que le costó regresar.
“Me sentí arrastrado por los estudiantes y, desde entonces, estoy viviendo de esto –murmullo regocijante-, por fuerte que se imponga el Poder siempre se le puede sorprender y coger por algún lado”. Así que, asegura que no ha dejado de hacer política, “o sea, de despotricar”, cosa que hace todos los miércoles en la Tertulia Pública del Ateneo de Madrid, auténtica ágora socrática que lleva doce años oficiando. Pero, para llegar hasta aquí es preciso que les cuente más cosas... Seguir leyendo en cuartopoder