Yo sí que en verdad sé muy poco acerca de Carroll.
He leído, naturalmente, algunas cosas sobre él, y casi todas se me han
olvidado; y en parte por desinterés por la persona de los creadores,
poetas, filósofos o lo que sean: un desinterés que pienso que es
razonable porque estamos hartos de sufrir el hecho de que la persona de
los creadores, sean poetas, filósofos o lo que sean, se coma las
producciones mismas; y tanto más progrese la cultura de los nombres de
los poetas, filósofos y demás, cuanto menos se utilice por el público en
general la poesía, la lógica u otras formas de pensamiento. Tal vez por
esto es por lo que sé tan poco acerca de Carroll.
Otra cosa es, en
cambio, lo que se refiere al uso de muchas de sus obras. Sobre esto sí
que tengo algo en mi haber: este librote me ha acompañado casi
constantemente desde hace cerca de veinte años, las Obras Completas de
Carroll. No diré que sea mi libro de cabecera, puesto que para eso sería
algo incómodo, tomándolo al pie de la letra, pero, en fin, como buen
compañero lo cuento entre los pocos a los que tengo que agradecer mucho
de placer, descubrimiento, alimento de la paciencia para sostener una
cierta lucha desesperada contra eso que le constituye también a uno
mismo, que se llama realidad.
Esto me mete en el tema que quería
sacar ante ustedes. Si yo estimo mucho este libro y muchas de sus obras,
y tengo ese agradecimiento por las ayudas prestadas, es sin duda porque
algo hay en ellas, no sólo en Alicia o La Caza del Snark, sino también
en algunas non-sense rhymes, limericks y riddles u otras pequeñas
composiciones, insertas en varios de sus libros o conservadas como
envíos a algunas de sus pequeñas amigas; algo hay de denuncia de eso que
vengo llamando realidad, algo hay de descubrimiento: descubrimiento de
la falsedad de esto en lo que los adultos vivimos y que a los adultos
nos constituye también, a cada uno según su lugar especifico ...
Tal
vez son diversas las técnicas que algunos hombres han podido emplear
para llevar a cabo esta denuncia o descubrimiento. La de Carroll en
concreto me parece sostenida por dos elementos en los que voy a hacer
parar mientes brevemente: uno es la lógica o la matemática ... digamos
«la lógica»; otro es la tradición de la gente corriente, de la gente
indefinida, más o menos parlante, y dentro de la gente en especial los
niños, y dentro de los niños en especial las niñas, pero todo ello
formando parte de la gente.
En cuanto a lo primero, muchos de ustedes
han disfrutado sin duda de las producciones matemáticas y lógicas de
Carroll, conocen al menos parte de la colección de apasionantes
problemas de carácter matemático o lógico; y lo más admirable en él es
que estos mismos elementos penetran también en las producciones
poéticas, sean en las rimadas, sean en la prosa: es uno de los casos más
ilustres de compaginación, de colaboración, de las técnicas poéticas y
las técnicas de la lógica.
Querría, antes de pasar al segundo tema,
mejor hablar mucho de esto, darles una muestra (si se descuidan ustedes,
en mi deseo de no hablarles de Carroll, me verían leyéndoles partes de
este librote) de las que recuerdo bien: es un poco largo el ejemplo como
muestra de la producción lógica, y no voy a poder traducirla aquí
entera, pero algunos de ustedes la conocerán: el pequeño cuento de lo
que la tortuga le dijo a Aquiles. Aquiles había alcanzado a la tortuga y
se había sentado confortablemente en su lomo. «Así que has llegado al
final de nuestra carrera -dijo la tortuga-, incluso aunque consiste de
hecho en una infinita serie de distancias. Creía que algún sabihondo que
otro había probado que eso no podía hacerse»; dijo Aquiles: «¡Es un
hecho!, solvitur deambulando. Ya ves que las distancias iban
disminuyendo constantemente y así...». «Pero ¿y si hubieran ido
creciendo constantemente? -interrumpió la tortuga-, ¿entonces qué?»
....«Entonces no estaría yo aquí -replicó Aquiles-, y habría dado por
varias veces la vuelta al mundo a las horas que son». «Me halagas, me
aplastas, quiero decir» dijo la tortuga. La narración a continuación
pasa a tomar esta conocida aporía de Zenón, que en lo que se nos
conserva, mal, de los textos de Zenón de Elea se plantea flsicamente, y
la traslada a un planteamiento que se refiere al propio lenguaje del
planteamiento, al propio lenguaje de la aporía y especialmente a la
lógica de las proposiciones hipotéticas; así que al cabo de un rato la
tortuga le propone a Aquiles que se dedique a un juego para el cual le
pide que saque de su casco un cuadernillo y un lápiz y vaya apuntando lo
que dice. Lo que dice es, en primer lugar, una constatación de lo que
sucede en la paradoja de Zenón: le dice que escriba las siguientes
proposiciones: A) Las cosas que son iguales a una misma son iguales
entre sí; B) Los dos lados de este triángulo son cosas iguales a una
misma; Z) Los dos lados de este triángulo son iguales entre sí. Aquiles
escribe esto y entonces la tortuga le plantea la escisión entre las
premisas A y B y la conclusión Z. Le dice Aquiles: «Está claro que de
las dos premisas se deduce la conclusión». Dice la tortuga: «Sí, en caso
de que uno admita la proposición de que si A y B son ciertas, entonces Z
es cierta también». «Claro, claro, por supuesto: en el caso de que uno
admita esta proposición» dijo Aquiles. «Bien, entonces, merece la pena a
su vez escribirla: escríbela en forma de proposición C»; de forma que
queda la proposición C que dice: "Si A y B son ciertas, Z tiene que ser
verdad"; esta proposición queda escrita como tercera. Bueno, ya ven
ustedes por dónde va la historia, que tiene tres páginas en esta edición
inglesa: naturalmente, cuando Aquiles se apresura a creer que esa
carrera lógica ha terminado, la tortuga le hace constar que para que Z
se deduzca lógicamente de A, B y C, es preciso admitir la proposición de
que si A, B y C son ciertas, entonces Z es cierta; pero ésta es una
proposición D, que Aquiles debe escribir a continuación de la C. Carroll
dice que en ese momento se aleja del grupo, y que al volver al cabo de
varios meses, se encuentra a Aquiles agotando su cuadernillo,
escribiendo como loco las series de proposiciones del pretendido
silogismo; y la cosa termina en la desesperación, que se manifiesta en
insultos mutuos que se dirigen la tortuga y Aquiles con una serie de
juegos de palabras que no traduciré aquí.
Bien, ésta es la muestra,
entre otras, de la producción lógica, de la técnica de lenguaje a la que
antes me refería. Ven ustedes que no es grano de anís esta hazaña de
trasladar del ámbito, aparentemente físico, la teoría de Zenón a un
ámbito que está constituido precisamente por el lenguaje, en este caso
en especial por esta manifestación tan curiosa del lenguaje que son los
enunciados hipotéticos, a los que los lógicos más avanzados no hacen mas
que dar vueltas, cada vez más incómodas y desesperadas. Bien, no quiero
entretenerles sacándoles más ejemplos acerca de estas artes lógicas:
únicamente vuelvo a hacer constar mi admiración de cómo mucha veces
estas artes se mezclan en común con las artes que solemos llamar
poéticas.
Pero paso a lo que he dicho que era la segunda vía por la
que veo alimentándose esta arte lingüística que aparece en muchas de las
producciones de Carroll, rimadas o no, más o menos lógicas, más o menos
narrativas, más o menos poéticas: he dicho que esto viene de la
tradición de la gente corriente, y, en su caso en especial, de una
cierta tradición inglesa; porque inglesa para mí no quiere decir nada de
nación o raza, sino simplemente concebida en el idioma inglés, más o
menos oficial o popular. En efecto, todas estas non sense rhymes o estos
riddles que en los libros de Alicia y en otros muchos aparecen, no son
ninguna invención personal de Carroll, están fundadas en una larga
tradición de rimas de versos sin-sentido o de contrasentido, y en
acertijos y otras cosas por el estilo, y de esta tradición es de donde,
entre otras cosas, Carroll ha tomado el ritmo, ha tomado los juegos de
sintaxis, cosas ambas en las que él tenía que tener un especial interés,
tanto en el ritmo como en la sintaxis.
Hasta qué punto esto es así
lo voy a demostrar con otro ejemplo, antes mejor que hablar mucho sobre
ello. Por ejemplo, tomemos los versos, el tipo de versos, en que está
escrita La Caza del Snark:
«Just the place for a Snark! l have said it twice:
That alone should encourage the crew.
Just the place for a Snark! 1 have said it twice:
What 1 tell you three times is true.»
Supongo
que perciben ustedes más o menos esta alternancia de los versos de
cuatro tiempos y los de tres, y sobre todo esa utilización del ritmo
anapéstico, en el cual quiero centrar su atención, para hacer evidente
esto de la tradición popular anónima.
Tienen ustedes conexiones con
anónimos pertenecientes a la tradición inglesa. Me voy a limitar, si la
memoria no me falla, a recordarles uno de estos poemillas que está en
este mismo tipo de ritmo anapéstico, y en el que, de paso, no deja de
ejercerse una cierta función también dialéctica, precisamente en torno a
la ontología del yo; es decir que sería un poema que Carroll podría
haber compuesto, pero que no lo compuso él, está en la tradición anónima
inglesa. Esto, en traducción, dice así:
Había una vieja, habéis de saber,
que a la feria sus huevos iba a vender.
Un día de feria a la feria marchó
y al pie de la ruta dormida quedó.
Pasó un buhonero muy burlador
le cortó las enaguas todo alrededor.
Hasta las rodillas las faldas cortó,
con lo cual a la vieja un frío le entró.
Y cuando la vieja se fue a despertar,
a temblar se puso, se echó a tiritar;
se puso a mirarse, a llorar se echó:
¡Por Dios!, ¡Dios me valga!, que ésta no soy yo.
Pero si es que soy yo, y lo seré quizá,
tengo en casa un perrito y me conocerá;
si soy yo, su rabito vendrá a menear,
y si no soy yo, a gruñir y ladrar.
A casa la vieja se fue, y al llegar
salió su perrito, se puso a ladrar.
Al ver que ladraba, a llorar se echó:
¡Por Dios!, ¡Dios me valga!, que no, no soy yo.*
Primera versión de Agustín
Y
creo que no tengo que hablar mucho para esclarecerles hasta qué punto
hay una continuidad entre las producciones anónimas de este tipo, más o
menos producidas por niños, más o menos producidas para niños, y las
cosas a las que Carroll se dedica. Espero que vean cómo dos cosas tan
aparentemente opuestas, la inspiración en la matemática y la lógica y la
inspiración en las tradiciones populares y anónimas, convergen y hacen
posiblemente la parte principal de la fuerza de las producciones de
Carroll.
Naturalmente, de esta tradición popular Carroll no sólo ha
tomado estas costumbres de los ritmos anapésticos y trocaicos y los
juegos de sintaxis, ha tomado muchas otras cosas que pueden ser útiles
para poner al desnudo aunque nada más sea por un momento, por un
vislumbre, esta falsedad real sobre la que los adultos viven y a los
adultos constituye.
Por eso es por lo que la inspiración de Carroll
ha tenido que venir especialmente de esa parte del pueblo, de la gente
indefinida, que son los niños; los niños tienen esta enorme ventaja: que
por muy corrompidos que estén (desde pequeñitos, por supuesto, desde
que aprenden a hablar lo están y esto muy bien lo sabía Freud), sin
embargo están mucho más imperfectamente formados, no tienen una cantidad
de actitudes, de intereses, empeños, vicios y por tanto ideas, que
defender, para con ellas defenderse, que es la característica de todo
hombre más o menos. Ésta es la ventaja que puede hacer que los niños, si
fuéramos capaces de oirlos, fueran naturalmente mucho más clarividentes
y capaces de descubrir esta falsedad a la que llamamos realidad.
Vean
que cuando pasan las cosas que pasan, por ejemplo, en los libros de
Alicia, no se trata de que estemos entrando en un mundo fantástico, es
sobre todo que ese mundo fantástico se nos presenta lleno de detalles
del mundo real, como muy natural, como muy cotidiano; un mundo en el que
se sigue celebrando la ceremonia del té, donde la reina recibe como ama
de casa, etc.; de forma que es todo lo contrario de lo que puede
llamarse literatura de evasión. En este sentido puede ser lo que aludo
más bien como una producción de descubrimiento, se trata de que lo que
aparece en ese otro mundo, al menos como un espejo hace ver, contra éste
que se da por real lo absurdo, lo maravilloso, lo increíblemente cabeza
abajo que está este mundo de los adultos. Los niños saben esto muy
bien.
En otro aspecto, incluso, los juegos de palabras ¿qué otra cosa
son?: esa especie de palabras híbridas que fabrica con tanto gusto
Carroll, por ejemplo la misma palabra 'Snark, ¿qué otra cosa es sino
refinamientos de aquello a lo que los niños se entregan una y otra vez,
repitiendo incansablemente, volviendo del revés, cambiando el orden de
las sílabas de las palabras convencionales que comprende el lenguaje
adulto, hasta que por medio de estos juegos la palabra empieza a
producir ese efecto que muchos de ustedes recordarán, el efecto del
descubrimiento del vacío, del sinsentido, que es precisamente parte de
ese descubrimiento de la falsedad de la realidad de la que vengo
hablando?
Y si esto puede decirse de los niños, así puede decirse que
Carroll escribía solamente en apariencia para ellos, pero mucho más
verdad es que lo que hacía era interpretar, resucitar algo que los niños
saben y que tal vez no podría formular con tanta precisión literaria,
pero que al fin y al cabo es lo que los niños saben. Carroll ha
aprendido de los niños: habla como un niño, habla, si ustedes quieren,
como hablaría un niño que por algún milagro hubiera tenido, sin embargo,
grandes habilidades en la matemática y la lógica o en las otras artes
poéticas.
Y ha aprendido especialmente de las niñas. ¿Por qué las
niñas suelen ser más clarividentes, de esa clarividencia común a los
niños en general, y por tanto de ellas se puede aprender más en esta
labor de desmontar o descubrir la falsedad de la realidad? Bueno, yo
pienso, sin darle muchas vueltas a la cosa, que es bastante sencillo...
Los niños están conducidos en la práctica, si no se mueren antes, a
convertirse en adultos, pero las niñas, además, están condenadas a la
suerte doblemente trágica de convertirse en adultos del sexo dominado,
con todo lo que esto puede comportar consigo; de manera que en cierto
sentido el destino es doblemente trágico, en cuanto que tiene que
acceder a convertirse en mujer, y no puedo por menos de poner en
relación con este carácter doblemente trágico del destino esa especie de
listeza, de finura, capacidad de descubrimiento y de denuncia que en
las niñas se presenta de manera más segura, con frecuencia, que en los
niños.
Pero sobre todo quisiera terminar instándoles a que no separen
mucho a los niños y las niñas de lo que he llamado gente en general: en
efecto si una de las cosas que puede poner en obra una técnica de
descubrimiento es esa sabiduría en las habilidades lógicas de la que
ustedes han visto un ejemplo, por otro lado Carroll ha aprendido
especialmente de la gente que no es nadie determinado, del aprendizaje
de la tradición anónima; y solamente de esta gente, y como ejemplo de
ello les invito a considerar cómo Carroll ha aprendido mucho de esa
parte de la gente, todavía no demasiado formada, todavía no demasiado
obligada, que son los niños y particularmente las niñas. Con ello doy
por terminada mi intervención.
*Del inglés original:
There was an old Woman
Nursery Rhyme lyrics
There was an old woman,
As I've heard tell,
She went to market
Her eggs for to sell;
She went to market
All on a market day,
And she fell asleep
Upon the King's Highway.
There came by a pedlar
Whose name was Stout,
He cut her petticoats
All round about;
He cut her petticoats
Up to her knees,
Which made the little old woman
To shiver and freeze.
When the little old woman
First did wake,
She began to shiver
And began to shake.
She began to wonder,
She began to cry,
"Lauk a daisy on me, this can't be I!"
"But if it be I,
As I hope it may be,
I have a little dog at home
And he'll know me
If it be I
He will wag his little tail,
And if be not I,
He will loudly bark and wail."
Home went the little woman
All in the dark,
Up got the little dog
And he began to bark.
He began to bark;
So she began to cry,
"Lauk a daisy on me this is none of I."
Opie, Iona and Peter (1997)The Oxford Dictionary of Nursery Rhymes. 592 pages.